Cáhuil, primeros propietarios y el origen de sus salinas (III)
Actualizado: 27 sept 2021
En 1635 llegó a vivir a Cáhuil Antonio de Lesana, quien había oficiado de contador para el cabildo de Santiago en 1612 y falleció por 1637. Contrajo matrimonio con María Corral o Cortés, nacida en Valdivia. Ella dio poder testamentario en 1643, a su hijo de igual nombre que su padre en la “estancia del dicho Antonio de Lesana, costa de la mar”, puesto que los Lesana ya se habían instalado de forma definitiva.
En Santiago, el 10-XII-1638, solo un día después de que Lorenzo Núñez de Silva obtuviera la confirmación del gobernador:
“hacen trueque y permuta como por el tenor de la presente el dicho Antonio de Lesana deja y da al dicho capitán Lorenzo Núñez de Silva, todas las tierras, la cantidad que son conforme a su título y para quien de sus herederos le sucediere y el dicho capitán Lorenzo Núñez de Silva da al dicho Antonio de Lesana y para sus herederos en satisfacción de las cuales deja toda la cantidad de tierras altas, lomas y vallecillos y quebradas que tiene llamadas la isla, que hacen la mar y dos lagunas que le pertenecen por títulos, uno de 500 cuadras en favor de Andrés López de Gamboa y la escritura de venta que le hizo de ellas, y por dos títulos que compró de Juan Francisco de Acevedo y por otro de demasías que le hizo merced el señor gobernador don Luis Fernández de Córdoba y Arce de que le entrega un traslado de cada uno de los títulos y se queda con los originales”, “el dicho Antonio de Lesana ha debido toda la dicha isla por este trueque sin reserva alguna más que de las que fueron a la entrada de ella de doña Leonor de la Corte y ahora son del maestre de campo Felipe de Arce Cabeza de Vaca”.
A través de una permutación de tierras, Antonio de Lesana, el mozo, adquirió la extensa estancia de la Costa de la mar, que incluía toda la costa entre la laguna de Petrel, pasando por Pichilemu, hasta la laguna de Cáhuil y estero de Nilahue, puesto que ese lugar vendría siendo la entrada a la laguna o lagunas del sector y perteneció primero a doña Leonor de la Corte y por dote a su yerno Arce Cabeza de Vaca (con la salvedad no escrita que 10 cuadras en la orilla de la laguna las había cedido a Sebastián Verdugo).
Más o menos en las mismas fechas que se acordaba el trueque de tierras entre Lesana y Núñez de Silva, don Tomás Calderón, dueño de posesiones en Quillota, de casas en Santiago y estancia en el valle de Colchagua y Lihueimo; estaba esperando heredar las cuadras de la costa de su abuelo Tomás Durán. Lo anterior finalmente ocurrió y en septiembre de 1639 irrumpió en parte de la estancia que Lesana consideraba suya. Declaró el capitán Lorenzo Núñez de Silva que Calderón había entrado con:
“…ranchos y corrales en la Isla que hay entre la laguna llamada con el dicho nombre de Petel y la otra de Los Choros, teniendo en ellas el dicho Antonio de Lesana sus ganados mayores y menores, ranchos, los indios sementeras y corrales”
Y agregaba que: