A propósito de que impartiré un taller de genealogía prontamente, me pareció relevante reflexionar sobre el conocimiento y la habilidad para combinar varias miradas.
La genealogía no es una disciplina que se haya profesionalizado como otras de las áreas de las humanidades que son impartidas en universidades. No hay formalmente una escuela donde se enseñe lo necesario para dar luz al pasado de las familias, aunque ciertamente está íntimamente relacionada con la historia.
Se ha llegado a argumentar que la genealogía vendría a ser una ciencia auxiliar de la historia. Personalmente, creo correcta la idea de ver a la genealogía como una disciplina científica y que a su vez pueda apoyar a los estudios históricos. Científica porque se basa en el razonamiento fundamentado, trabaja sobre hechos comprobables que pueden ser contrastados por otros; y auxilia a la historia, pues no cabe duda de que en diversas líneas investigativas su contribución puede ser sustancial. Sin embargo, creo también que la historia se podría catalogar de auxiliar para la genealogía, como la historia del arte, la sociología, el derecho, la lingüística o la genética; por ejemplo.
En la actualidad no deberíamos hablar más de la genealogía sólo como el conjunto de antepasados o descendientes de alguien ya que, visto así, se reduciría a una suerte de lista de personas sin más, una después de otra o ligada en una representación gráfica, como un árbol genealógico. Esta disciplina tiene cuerpo, no es sólo una columna vertebral donde se conectan generaciones por sus nombres. También trata sobre entender a los ancestros en su tiempo, lo que hicieron y no realizaron (historia), de asimilar sus representaciones (historia del arte), de identificar sus costumbres, estilos de vida o relaciones sociales (sociología), de entender las restricciones de las personas en un orden político (derecho), de asimilar las transformaciones de los apellidos (lingüística) o de comprender la falta de descendencia, muertes tempranas, como también para incluir o excluir miembros de las familias (genética).
Uno puede construir un árbol genealógico apoyándose en la metodología histórica, centrándose en documentos, como se ha hecho mayoritariamente, pero creo que se podría ir un poco más allá, necesitamos abrir el mapa a distintos caminos. De ahí que, para ser un genealogista completo, se deba asimilar distintas disciplinas, comprender sus fundamentos, metodología, limitaciones y alcances.
Alguna vez mencioné en un encuentro con amigos genealogistas, que para mí no existía la "genealogía genética" o la "genealogía documental", porque todo es genealogía. De hecho, me parece un error tratarlas por separado cuando el mayor alcance de ambas miradas se da cuando se complementan. Es cierto que las metodologías de investigación pueden parecer distintas, pero, esto ocurre porque se les sigue tratando por separado. La metodología de trabajo de la "Genealogía" debería considerar todos los caminos, unificándolos. He ahí un gran desafío que debe ir trabajándose. Necesitamos una metodología "de campo unificado" como en la física, jeje.
En fin, haré el taller lo más práctico posible, pero con la (malvada) intención de también mostrar algunas cosas menos convencionales.
Quizá peque de ambicioso, pero no me cabe duda de que los genealogistas que conozco, cuya observancia científica es la piedra angular de sus trabajos, compartirán conmigo que la información de que disponemos para nuestras investigaciones siempre es poca, algunas veces una gota solamente, pero, siguiendo a Carlo Ginzburg y su paradigma indiciario, podemos llegar a conclusiones interesantes si comprendemos el entorno en profundidad, si entendemos que la falta de algún elemento también es información o si logramos descubrir esa fina hebra que nos lleva a un nuevo estado de investigación. Pero, para eso necesitamos aprehender múltiples miradas.
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