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Balance 2020 y ¿2021?

Actualizado: 2 ene 2021

¡Qué año pasado! De lo más insólito que he vivido y me imagino que te pasa lo mismo. Tanto ya se ha dicho para comentar lo desastroso en vidas, no solo por la muerte de personas, a veces cercanas; sino por lo que sufrimos en materia mental y física. Pude observar lo difícil que es tener la cabeza fría frente a lo desconocido y de ahí a imaginarme a nuestros antepasados justamente viajando hacia lo ignoto me resultó esperanzador, porque lograron superar esas barreras.


No fue ni la primera ni será la última situación que vivamos agobiados por una enfermedad sin cura ni tratamiento; la ventaja es que ahora estamos mucho más comunicados y podemos tener más claridad respecto de a qué nos enfrentamos y lógicamente la tecnología nos acompaña. Y aun así, nos estresamos y angustiamos. Lo seres más evolucionados en este planeta somos volubles a nuestro entorno, pequeños realmente. Pero pequeños con familias y amigos, no estamos solos.


En fin, el 2020 será recordado por mucho tiempo, y espero que hayas tomado nota de lo vivido, recuerda que tenemos que contarles a nuestros nietos cómo fue el año increíble. Sé que parece que ya está todo dicho y, sin embargo, el 2021 también tendrá altibajos, aunque espero que sean bajialtos y terminemos mucho mejor que como empieza.


En enero del año pasado envié una investigación, junto a Daniel M. Stewart, a una revista de Historia. En realidad era el primero que hacía con fines académicos para esta disciplina, así que no sabía exactamente cómo sería recibido, pero durante el mismo día el director de la revista me respondió que el trabajo había despertado “enorme interés” y que ya tenía una evaluación y agregaba “(esto no pasa nunca)”. La valoración fue positiva y después de algunas correcciones lo enviamos a fin de mes.


Lo que diré en adelante será en voz baja. El 2020 fue absolutamente desafiante y extrañamente en temas genealógicos e históricos, ha sido mi propio annus mirabilis.


En marzo comenzaron a decretarse cuarentenas en Chile, así que nos tuvimos que adaptar rápido y habilité un espacio en la casa al que llamamos oficina. Durante los siguientes meses viví (vivo) en esa pieza desde la mañana a la noche. Estuve trabajando bastante, tanto en mi empresa, la universidad y genealogía (¡por supuesto!), fue el momento en que mi peso iba subiendo a la par de los casos COVID-19 (y aunque los contagiados bajaron, ¡mi peso no!). La preparación de las comidas fue complicada, digamos que yo era el de la vía rápida para cocinar y mi mujer la de la comida casera. En cuanto a lavar la ($%&=%“&) loza, nos turnábamos, fue el momento en que creí firmemente que los niños debían aprender el oficio. Éramos muy descoordinados, así que la ropa sucia se acumulaba y luego estábamos en una maratón un par de días para volver a cero; de planchar ni hablar, no existió el servicio en mi casa. Los niños se portaron bastante bien, al comienzo inquietos y complicados con las clases online, pero luego fueron entendiendo la nueva dinámica, también sufrieron la adaptación de estar juntos, muy juntos, hasta que llegaron a un equilibrio muy bonito, porque conversan mucho y aunque pelean, ellos mismos buscan la forma de volver a amistarse.


29 artículos publiqué el 2020 en este sitio web, un poco más de uno cada dos semanas; bastante bien para lo que pretendí al comienzo. Dentro de todos ellos, rescato la serie sobre Bibliografía Genealógica, Paleografía y el uso de FamilySearch; familias que incorporé fueron Núñez, Soto, Dinamarca, Marambio, Zúñiga, Moya, Silva y Pavez; sobre investigaciones de lugares y costumbres, está Grandes escándalos y el cura Gatica; y sobre otras investigaciones está la serie sobre el pisco, el reino de Chile, familias chilotas y por supuesto “La Odisea de los Salvadores”.


Variado y abundante para mi gusto. Este año me encantaría alcanzar una cifra similar, uno cada dos semanas, ¿lo lograré?


No pude hacer clases presenciales en la universidad donde trabajo medio tiempo, fue todo vía Zoom. Fue un tanto difícil, porque hablar a una pantalla donde la mayoría de los alumnos (todos a fin de año) no prendían sus cámaras, era realmente estar hablando a una pared. Y tampoco debió ser entretenido para ellos, imagínate los experimentos de laboratorio que no vivieron. Pero, como en todo, fue aprendizaje.

El 29 de marzo nos contactamos Ruby Baeza, Pablo Blanco, José Melo y Arturo Neumann para comenzar con un ciclo genealógico fantástico: Viva la Genealogía. Partimos apenas dos días después, el martes 31 de marzo con la primera reunión virtual: “Investigación en tiempos de cuarentena”. Estuvimos desde entonces todos los martes, conectándonos y compartiendo muchos temas interesantes con quienes llegaron. Participaron muchos y fue muy entretenido. Fueron en total 18 reuniones virtuales y la mayoría de ellas las puedes ver en Youtube: AQUÍ.


Al poco tiempo comenzamos a realizar cursos de Genealogía donde conocí virtualmente a tantos queridos amigos que aunque no los he visto más que a través de Zoom, compartimos felices esta pasión; pronto nos reuniremos en vivo y en directo, estoy seguro. Realizamos 4 cursos, el último de Genealogía y ADN, que sigue muy activo y unido. ¡Así da gusto tener alumnos!



A fines de mayo fue publicado el artículo de investigación histórica que había sido aprobado en enero: Viña, alambiques y “veinte y cinco botijas de pisco”. Alhué, 1717. Esperaba alguna repercusión en el ámbito académico, mesurada por cierto, hasta que a fines de junio un periodista especializado me contactó e hizo un artículo en su sitio web. Lo tomaron en mi universidad y lo compartieron con la prensa, y entonces comencé durante julio y agosto a participar en una serie de entrevistas de lo más variopintas. En particular, me gustó una reunión que hice con bartenders, todos estaban al tanto de lo que se sabía en términos históricos y querían que yo les transmitiera cómo encajaba esta nueva investigación, me asombró la energía de ese grupo. ¡Y hasta me enviaron una botella de pisco! En la prensa escrita, en la virtual, y en todos los canales de televisión chilena apareció una nota. Si tenemos un minuto de fama en la vida, ese fue el mío. Ahh, y también hubo repercusión en Perú, aunque por algún motivo no les gustó tanto la publicación, jejej.


En paralelo con Viva la Genealogía, comencé a participar en otras reuniones virtuales que organizaba Mariano Vilella, otra gran persona y genealogista que no hubiera conocido (virtualmente) si no fuera por la pandemia. Lo bonito de todo esto es que al final éramos varios los fijos de estas reuniones y acordamos darle una forma a este encuentro iberoamericano, porque había investigadores de España, Perú, Argentina, Colombia, Uruguay, Puerto Rico, USA, Chile… Y así nació la Sociedad Iberoamericana de Genealogía e Historia; que ya tiene personalidad jurídica desde octubre del año pasado y que ha mantenido conferencias cada cierto tiempo donde se ha mostrado lo que se está haciendo en diferentes países. También participé dando una charla en este ciclo y me siento muy contento por integrar este grupo tan selecto.


Di y participé en muchas charlas este año en Viva la Genealogía, 3 charlas para el ICHIG, 1 para la SIGEH, 2 para My Heritage, una presentación del libro y múltiples por el pisco. No sé cuántas en total, fueron demasiadas!


Durante noviembre llegó el remate de la mayoría de mis proyectos, por una parte en la revista “Cuadernos de genealogía e historia de la antigua provincia de Nueva Galicia (Chiloé)” fue publicado: Permanencia, origen y migración de apellidos en Chiloé, de cuyo contenido hablé en un post anterior. Gracias a la pandemia pude conversar con Pablo Pérez, una gran persona e investigador que ha emprendido como un quijote el estudio de la genealogía chilota.


También salió publicado un trabajo escrito en conjunto con Ignacio Maturana Gálvez (¡qué buen investigador!): “Los Gálvez de Guacarhue” en la Revista de Estudios Históricos del ICHIG. En la misma revista, la número 63, otro artículo que preparamos junto a José Miguel de la Cerda Merino (fantástica persona y para qué hablar de sus credenciales investigativas, son reconocidas no solo en Chile): El descubridor Hernando de Magallanes y su parentela chilena. Esta revista para mí es casi como un hijo genealógico y siempre estoy expectante y preocupado de que todo salga bien.


Fue noviembre también la fecha en que publiqué “La Odisea de los Salvadores”, del que también hablé en un post anterior; aunque no fue un artículo, fue un libro de 282 páginas donde plasmé una investigación de años. Fue entre julio y agosto cuando me decidí a publicarlo contra viento y marea el 2020, aun cuando las circunstancias no fueran las mejores. Desde entonces he estado preocupado de que más personas lo conozcan y también de recibir sus pareceres. Hasta ahora me han comentado solo cosas positivas, aunque no sé si es por el libro o porque me estiman, jajaja. Espero que sea más lo primero, al menos yo quedé contento con su edición y el interés que despertó. A raíz de la publicación también participé en un programa radial que siempre me ha gustado: La hora del Museo, fue una suerte de sueño cumplido.


En el mismo mes al Instituto de Estudios Genealógicos y Heráldicos de la provincia de Buenos Aires le correspondió realizar el XIV congreso nacional de genealogía y heráldica de la república Argentina. Allí tuve la oportunidad de conocer a Fabián Benítez, un apasionado por la genealogía y gran organizador, y a sus amigos del Instituto, quienes amablemente me invitaron a moderar una sección del congreso; tuve la oportunidad de contactarme también con Marcelo Gershani y Guillermo Collado, dos grandes genealogistas que también han organizado charlas por sus respectivas instituciones. Creo que podremos colaborar en alguna materia, estoy pensando en algo. De pronto, a fines de noviembre, me habló Fabián para consultarme si aceptaba ser miembro correspondiente del Instituto, y claro que sí, con gente tan maravillosa da gusto contactarse siempre.

Ahh, y justo en noviembre me invitaron a Radio ADN para hablar de historia familiar. Si había buena llegada con los auditores, se podría extender como una sección todos los miércoles un poco después de las 11 AM (hora de Chile). Llevo ya ocho programas (así que pasé la prueba) y ha sido toda una experiencia; en el primer capítulo estaba muy nervioso y ahora último igual, jajaja. No, jeje, en realidad tengo menos ansiedad y menos miedo a equivocarme, así que supongo que habrá programa por más tiempo! Bueno, les invito a escuchar y participar en él, envíen saludos!


Resumiendo: 4 artículos publicados, 1 libro, la edición de la Revista, 29 posts; 4 cursos, muchas charlas, entrevistas y hasta una sección en la radio; miembro de una nueva sociedad y miembro correspondiente de un Instituto. Lo repetiré en voz baja, fue mi propio annus mirabilis.


Y para el 2021: ojalá publique en torno a 20 posts en este sitio web, 2 libros y al menos 3 artículos más. No sé cuántas charlas. Ahora estoy escribiendo uno de los dos libros, que tratará sobre el ejército de Alonso de Ribera porque, por una parte, encontré antecedentes que no estaban editados y, por otra, resulta que también me fascina esa fracción de la historia, desde la sorpresa de Curalaba (1598) hasta que Ribera dejó su primer gobierno (1605), y también me parece que los trabajos de elencos sirven mucho a los investigadores. El otro libro saldrá entre:


1. La genealogía de los Zúñiga.

2. Manual de genealogía chilena.

3. Santiaguinos en varios momentos históricos (trabajo de elencos).

4. Crónicas coloniales, sobre sucesos de personajes anónimos.

5. La historia de Alhué.

6. La historia de Cáhuil.


Si te interesa que trabaje alguno en particular, me gustaría saberlo!

Espero seguir los miércoles en la radio y me encantaría retomar alguna que otra charla virtual.


Feliz 2021.

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